Mi contrabajo "ESTUFO"

Cada vez que, para asistir a un ensayo, tengo que mover mi contrabajo Fleta de casi cien años de antigüedad y tan frágil que, si alguien estornuda cerca, se rompe, he de organizar una complicada maniobra de transporte; meterlo en su funda, utilizar un vehículo grande y cuidar de que nada ni nadie lo roce en un descuido.
A mediados de junio se presentó una oportunidad de trabajo. Debía asistir a ensayos en un lugar adonde era incómodo transportar el contrabajo grande y casi imposible aparcar el vehículo para llevarlo. Así que debía poder ser transportado en moto.

Hacía tiempo que tenía que haberme construido un contrabajo de bolsillo para ensayos pero lo iba aplazando porque tropezaba con una dificultad: la pieza más importante del instrumento, el diapasón, es difícil de construir y requiere herramientas especiales.

Tenía diez días de margen y puse la neurona a trabajar. Mi vista tropezó con la estufa de la cocina. Ahí estaba, en el tubo de salida de humos, el material que estaba esperando.

Así que corté, con la desbarbadora radial, un trozo del tubo de la estufa, de chapa de hierro esmaltada. Ya repondré el tubo antes del próximo invierno.

...e hice un sandwich entre el trozo de tubo y un trozo de tablero de fibras, relleno de espuma de poliuretano en spray. Ya tenía un diapasón de superficie perfectamente lisa y resistente al desgaste (ésta es una foto del contrabajo terminado; no me dió tiempo a fotografiar esta parte del proceso en construcción).

Quería obtener suficiente rigidez para compensar la tensión de las cuerdas así que, como estructura interna, soldé dos tubos de hierro que tenía por casa. Uno delgado, para el interior del diapasón; otro, más grueso, para el cuerpo del instrumento.

Al mismo tiempo, para recubrir ese esqueleto, encolé varios listones de madera de pino barato (después, al comprobar el buen resultado final, me arrepentí por no haber utilizado mjor material)

Para poder ser transportado, la longitud del instrumento debía ser mínima respetandose, sin embargo, la longitud normal del diapasón de un contrabajo normal. Se me ocurrió reunir en una sola pieza el cordal y el puente para ganar unos centímetros.
Quería hacer que el puente fuese regulable, así que se me ocurrió que el cuerpo del instrumento sería articulado y que su movimiento permitiría determinar la altura del puente. Encolé unas piezas de madera para el conjunto puente-cordal y he ahí todos los componentes, listos para ser ensamblados:

Esto que parece un kalashnikov es el cuerpo superior, ya montado. Esa especie de pera de la izquierda es el cuerpo inferior donde va montado el puente-cordal, secándose todo al sol después de montado y pintado:

Aquí abajo se ve la articulación del cuerpo (flecha amarilla). La rueda que se ve debajo, a la derecha (flecha roja), permite una precisa regulación de la altura de las cuerdas sin ni siquiera aflojarlas. Está roscada a un gran tornillo cuya cabeza está oculta por la chapa de acero inoxidable que se ve a la izquierda, enfrente de la rueda.

El clavijero debía ser lo más pequeño posible. La cejuela fue construida pegando entre sí, con epoxi cuatro láminas de aluminio. Empleé clavijas de guitarra baja compradas a Thomann, de Alemania. Esto y la pastilla magnética, que no me daba tiempo a construir por mí mismo, fué lo único que compré para este cacharro (afortunadamente, vino a tiempo para poder ser montado antes del primer ensayo).

El tubo que mantiene las cuerdas próximas a la pala del clavijero proviene de una barra de colgadores de un armario. El puente es el resultado de unir dos trozos de aluminio procedentes de una instalación de calefacción solar descartada por el vecino de enfrente.

NOTAS:
No hay planos de este prototipo. Todo el diseño se fue cambiando y todos los problemas técnicos fueron solucionados sobre la marcha según se fueron presentando.

Emplear un trozo de tubo de hierro para el diapasón comportó ciertos problemas geométricos porque la sección de un diapasón normal es cónica y debía obtener esa forma, o parecida, a partir de un tubo cilíndrico. La interseción de un cilindro por un plano inclinado no proporciona lineas rectas sino que nos da, según la inclinación, una hipérbola o una elipse y tuve que adaptar el resto de estructuras a ese problema.

El mango resultó unos milímetros más grueso que el de un contrabajo, ya que debía adaptarme al 'esqueleto' metálico que había dentro. En un futuro prototipo, lo corregiré fácilmente. Aún así, en el resultado final no se advierten irregularidades significativas; la digitación resulta cómoda.

La estructura del diapasón ha resultado completamente estable en la forma y su superficie, de esmalte vitrificado, más resistente al desgaste de lo que yo esperaba y de tacto comparable al del ébano, así que puedo considerar un éxito haber escogido ese material.

La sonorización ha sido conseguida mediante un pickup de Schaller que, a mi juicio, proporciona un sonido algo oscuro e indeterminado; nada que ver con la respuesta clara y profunda de, por ejemplo, cualquier pickup de Fender. Además, viene con unas alas laterales inútiles que han sido inmediatamente suprimidas para no despellejarse los dedos en ellas. Se nota que el diseño data de los años 50 y que no se han esforzado demasiado en mejorarlo. También se solucionará eso en un próximo prototipo.

Para la cejuela empleé metal con la intención de obtener un sustain suficiente. No contaba con que la rigidez estructural del aparato ya le proporcionaba un sustain natural casi excesivo. El sonido general es el de un bajo eléctrico pero, para el fin que se persigue, es sobradamente satisfactorio.

La presentación exterior ha resultado algo chapucera, por las prisas. La madera del mango es de baja calidad y la pintura ha sido aplicada demasiado deprisa y con pocas capas. La próxima vez utilizaré maderas algo más nobles.

La resistencia mecánica del chisme ya ha sido probada. En una falsa maniobra, se cayó al suelo desde una mesa con enorme estruendo y luego siguió sonando sin ni siquiera haberse desafinado.

Las prestaciones musicales, impecables. En el primer ensayo cumplió su función perfectamente. Situarlo encima de un trípode fotográfico mínimamente reformado (idea que he copiado del luthier Francesc Jordan) en lugar de dotarlo de pica, ha resultado muy útil.

El contrabajo en la moto, con su miniamplificador, en orden de marcha. (la funda está hecha con un pedazo de vieja alfombra y la cremallera, extraída de un saco de dormir).

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