De: owner-escepticos@dis.ulpgc.es en nombre de Francisco Mercader Rubio [fmercader@arrakis.es]Enviado: miércoles, 05 de agosto de 1998 13:11

Asunto: [escepticos] Y yo que no quiero a mi patria.

[Mercader decía....]
>> Mi interpretación es que hay gran número de personas dotadas de un excedente de agresividad, procedente de las estrategias de supervivencia en la sabana, pero que se encaja mal con las actuales estructuras sociales, demasiado recientes para que se haya adaptado a ellas el homo sapiens con su porra.

[Julio Negueruela]
>Olvidas que los homínidos de la sabana también eran seres sociales luego en ella también encajarían mal los individuos demadiado agresivos por lo que se verían abocados a la muerte al ser aiislados del clan.

[Mercader]
No se me olvida. Y tendríais que ver que muchos animales sociales también experimentan una agresividad intraespecífica que se traduce en multitud de pequeños y frecuentes episodios de inútil violencia o exhibiciones de fuerza para reafirmar el status, para defender la posesión de las hembras o para defender el botín acabado de obtener. No todo son ovejas que pastan con las cabecitas juntas en una bonita estampa de postal. Me estoy acordando de las morsas peleándose gratuitamente en lugar de tomar el sol, en paz, o en la forma de comer de los leones, tirando cada uno por un lado de la misma presa, en lugar de compartirla amigablemente.

Estoy seguro de que la vida, en muchos grupos de animales sociales (que no sean bonobos o orangutanes), debe de generar la misma tensión y mutua vigilancia silenciosa que la que debe de haber en un calabozo para dos, habilitado para cinco.

Otro ejemplo: Cuando sacáis a pasear a vuestro perro, contad cuántas veces debéis sujetarlo para que no desafíe inútilmente a cuantos machos desconocidos se crucen con él. Seguro que ese número supera a las veces que se acerca amistosamente a un perro extraño para explorar una nueva amistad. Y eso que se trata de una especie social que caza en colaboración. Parece una muestra de cómo un ser vivo, forzado a una existencia (la convivencia con los humanos) distinta para que ha sido seleccionado, dispone de un excedente de violencia que no sabe cómo desahogar y que, en principio, estaría destinada a ser utilizada en funciones más útiles para él y para su grupo.

No defiendo esa tontería del "mono asesino". Supongo que, probablemente, nos ha debido de pasar algo así como a esos perros, al pasar de células sociales de cuarenta o cien individuos a estas colmenas urbanas que convierten nuestras funciones no ejercidas, en úlceras de duodeno.

Ladridos....digo saludos.