De: owner-escepticos@dis.ulpgc.es en nombre de Francisco Mercader Rubio [fmercader@arrakis.es]Enviado: miércoles, 16 de septiembre de 1998 19:46

Asunto: [escepticos] Posdata de pp sobre los toros.

(Campo, a Vázquez)
Tú tienes claro que existe el progreso. Yo no. Este es el caso de los toros, el velo islamico o la ablacion del clitoris.

>Suerte que la Liga del Norte odia a Roma ( Roma la ladrona) sino, ya estarian trantando de resucitar el Circo Romano! Son temas que no tienen mucho que ver con los toros pero bueno. Es típico en el que cree que la historia tiene algún sentido o que hay una línea que se llama progreso, el no saber ponerse en el lugar de otros pueblos que no creen en esa idea de progreso. Y además, con frecuencia, se hace apostolado ilustrado en nombre de las nuevas tablas de la ley: los derechos humanos.

[Mercader]
La verdad es que asisto entristecido a este diálogo. Creo que se pone de relieve, la inutilidad de discusiones como ésta.

Estoy en contra de la Fiesta. Pero, desgraciadamente, es una postura intelectual antes que visceral. La causa es que, docenas de años de lavado de cerebro recibido desde los medios de difusión, han conseguido que casi me insensibilice ante la vista de una estocada en lo alto de un toro ˇYo, que mataría a quien haga daño a un gato!

Otra consecuencia es que, alguna vez, me he sorprendido a mí mismo charlando con alguien acerca del estilo de un torero. He tenido que hacer un esfuerzo para salir de la anestesia, bajar al mundo real y caer en la cuenta de que se estaba hablando de una curiosa avidez de esta especie por contemplar la lenta muerte de un animal, habiendose tomado el trabajo de inventar toda una parafernalia de los gestos de la agresión y de la chulería ritualizada, para dotar de más interés al 'espectáculo' de la agonía de un ser vivo. Sí: Yo también encuentro algo parecido al Arte, en esa práctica. Pero no me gusta que me pase eso y ello me hace relacionarlo con las otras ridículas prácticas humanas que encuentran placer en sofisticar inútilmente cualquier ocurrencia, elevándola a planos casi trascendentes en cuanto se nos deja sueltos.

Hace tiempo, recordaba yo por aquí que una imbécil creencia en un dios con barbas, ha dado lugar a algo tan grandioso como al Arte gótico o a la música de Bach.

Yo, ateo convencido, preferiría que no desapareciese la religión si con ella desaparecían algunos de sus efectos laterales: Las ermitas románicas, los órganos de tubos, las vidrieras de Chartres.

En el caso de los Toros, no me importaría que desapareciera la tradición taurina, la memoria de las series de Manolete, la historia de la plaza de Ronda, los lances de las jacas de rejoneo, si con ello desaparecía la constatación, cada domingo a las cinco de la tarde, de que seguimos perteneciendo a una desdichada especie que no puede disimular lo peor de su pasado animal y que lo fomenta con la excusa de la conservación de sagrados mitos culturales.

Pero no estoy de acuerdo en que sólo los españoles seamos, por ello, la vergüenza de Europa: Los humanos somos así de impresentables en cualquier sitio del mundo, en cuanto nos dan la oportunidad. Rascad un poco y veremos costumbres igual de vergonzosas en los contextos más inesperados.

De todas formas, ahora me he dejado arrastrar por la visceralidad: No es cierto que seamos impresentables; somos como somos y no hay demasiado arreglo para eso. Si seguimos poseyendo la insensibilidad y capacidad para el morbo suficientes como para mantener esa práctica de la tortura organizada que son los Toros, es que somos así y no cabe juzgar lo que es inevitable.

Si alguien sugiere educar a las nuevas generaciones para que aborrezcan la Fiesta, de acuerdo: Pero no se tardaría en inventar otra brutalidad. Ya hay peleas de perros -a muerte- para quien quiera verlas.

ˇAh! Y confieso sin ningún rubor que me gusta el Boxeo y no lo considero una contradicción.

Saludos.