Hola, a todos.

El escepticismo no puede limitarse sólo a la Ciencia. Hay otras áreas en que aplicarlo.

Desde aquello de "lo que ha atado Dios no lo separen los hombres" los seres humanos hemos aprendido algunas cosas. Entre otras, que ese invento llamado pareja no siempre resulta eterno. Pero queda algo por resolver: ¿Cuánto puede o debe durar esa asociación -o lo que sea- entre dos personas que un dia se escogieron? ¿Hay una duración adecuada para los dos componentes? ¿Y si es ADECUADA para uno pero no para el otro? Y si la decisión de terminar esa fórmula afecta a otras personas (por ejemplo: hijos)? ¿Y si uno de los dos siente que llegó la hora de terminar pero por razones económicas o de otra índole no acaba de plantearlo a la otra parte? ¿Se puede seguir siendo feliz así? Y si no lo es ¿Hay alguna razón -ética, humana, compasiva o jurídica- que pueda obligar a Juanita a soportar a Roberto -o viceversa- hasta que la muerte les separe?

Se me ocurre que deberíamos hacernos alguna reflexión al respecto.

­Ah! los que mantengan su pareja desde hace más de treinta años no es necesario que sigan leyendo. Este texto no es para ellos.

Cuando una pareja se rompe, habitualmente no sucede de la noche a la mañana. Seguramente es el resultado de cientos de horas de sensaciones no manifestadas, de aclaraciones no efectuadas, de diálogos que no sonaron, de cartas que no llegaron a escribirse, de sobremesas en silencio, de decisiones no compartidas.

No sé si podríamos pedir a cada uno de los seres humanos la facilidad de palabra, la oportunidad o la agilidad mental necesaria para enfrentarse con la frase adecuada en el momento oportuno, a un malentendido, a un equívoco, a una incomprensión o a una impaciencia.

Pero la falta de comunicación entre seres humanos no siempre denota culpabilidad. Nuestra estructura mental ya trae la posibilidad del error como elemento constitutivo inseparable.

Tomamos decisiones con datos que creemos suficientes. Poco tiempo después incorporamos más información al tema pero descubrimos que las decisiones ya tomadas, son difícilmente reversibles. Juanita, aquella mocita de talle garboso ya no le hace gracia a Roberto porque ha perdido el talle garboso y Roberto aprende demasiado tarde que tendría que haber construido el proyecto fijándose en algo más que en el talle garboso. Roberto era muy guapo y Juanita le perdonó su desmedida afición por el fútbol pero cuando Roberto dejó de ser guapo y la afición por el fútbol invadió, enmascaró y ahogó cualquier otra actividad que pudiera darse en aquella casa, Roberto empezó a ser difícilmente soportable. El Amor fué sustituido por la Resignación y por la Paciencia (virtudes cristianas pero muy aburridas) y el piso a medio pagar fué, durante los siguiente veinte años de hipoteca, la herramienta social que pudo mantener unida esa pareja.

Existe la fórmula, ejecutada por los más decididos, de cortar los lazos de la pareja cuando los presuntos beneficios de la unión son menores que los inconvenientes. Pero esta decisión suele tomarse siempre con retraso. Habitualmente, llega cuando la convivencia está tan deteriorada

que el diálogo sereno está imposibilitado por el amor propio o por la intransigencia. A veces, se dialoga en el despacho de un notario o ante la presencia de abogados o de un juez. Los recuerdos que queden de la otra persona estarán para siempre, contaminados por la visión del último gesto de rabia o de la última palabra insultante.

Se me ocurre que deberíamos ejercer la imaginación y crear la noción de una especie de suicidio de la relación en el momento en que ésta se manifieste aún productiva. No sé cómo determinar el momento en que cada pareja, en particular, pueda conocer el momento en que, aún felices, aún ilusionados, deberían dar por terminado su episodio. Podría ser en el momento exacto en que se pueda prever la aparición de la primera nube negra en el horizonte, pero antes de que nos llueva encima.

Puedo imaginar una despedida con amigos, con flores y champán, con damas de honor y ramo lanzado al aire .(aquí y no en la boda es donde tendría sentido toda esta parafernalia, porque es realidad y no ficción lo que se celebra) y es fácil imaginar cómo los recuerdos de cada uno respecto al otro fueran, con el tiempo, adquiriendo esa aureola dorada que otorga el paso de los años a esos momentos felices no consumidos del todo.

ROBERTO Y JUANITA ANUNCIAN A SUS QUERIDOS AMIGOS EL SUICIDIO DE SU FELIZ RELACION.
HABRA MERIENDA, COHETES Y BAILE HASTA LA MADRUGADA. SE RUEGA PUNTUALIDAD.

Bueno... sólo era ficción escéptica. Pero ahí queda. Saludos.