De: Investigación en la Lectura y Escritura

[ALFABETO@LISTSERV.REDIRIS.ES] en nombre de Francisco Mercader Rubio [fmercader@ARRAKIS.ES]Enviado: lunes, 21 de septiembre de 1998 0:27

Para: ALFABETO@LISTSERV.REDIRIS.ES Asunto: [ALFABETO] Lectura rápida?

Vicens Rul.lan
>Sin embargo, hace unos días compré el libro de Tony Buzan sobre lectura >rápida (Ed. Urano) y me he puesto a probar sus ideas: este autor hace incapié en la capacidad del cerebro para aprovechar la visión periférica del ojo (lo que se ve "por el rabillo del ojo"). Piensa que para mejorar la velocidad y la comprensión lectora lo que hay que hacer es ejercitarse, a fin de adquirir nuevos hábitos de lectura, enseñar a los músculos oculares a moverse de otra manera.

[Mercader]
Tengo que mostrarme escéptico respecto de la teoría de este Tony Buzan que citas. Hace mucho tiempo que los expertos en temas de percepción visual han comprobado que la técnica de lectura depende (aunque pueda parecer lo contrario) más de una constitución física predeterminada, propia de esta especie, que de hábitos adquiridos culturalmente. Hay una explicación para ello: La parte de la retina donde se agrupan con más densidad los fotorreceptores que se encargan de la percepción 'fina' con máxima resolución, es la fóvea, lugar que permite fijar los detalles con una amplitud no mayor que uno o uno y medio caracteres del tamaño de los que estamos viendo ahora en la pantalla. Parece ser que la lectura tiene lugar utilizando sólo esa parte de la retina. Hay partes periféricas, (Las del 'rabillo del ojo') en que existen otro tipo de fotorreceptores, especializados en detectar el movimiento. Estas células de la retina son incapaces de identificar un carácter pero reaccionarían con eficacia si una letra se pusiese a correr, cosa poco probable. Yo supongo que la existencia de esas células debe de responder a restos de esas épocas en que estábamos subidos a los árboles y nos era de utilidad advertir si algo se movía a nuestro lado.

Sí que se sabe que, con el hábito suficiente, la identificación del texto pasa progresivamente de las letras aisladas a las palabras y, luego, a bloques de caracteres en un número no mayor de quince o veinte. Parece demostrado (y lo han comprobado con dispositivos ópticos muy precisos) que la musculatura del ojo aprende de forma espontánea a saltar de bloque en bloque, a una velocidad que no puede superar la que le permita identificar el texto comparándolo con la base de datos que llevamos archivada. Es curioso ver cómo que esa habilidad retrocede espectacularmente cuando empezamos a aprender un idioma nuevo, del que no poseemos, lógicamente, base de datos.

Lo que vengo a decir es que esa velocidad de lectura es la máxima que nos permite nuestra propia velocidad de proceso mental, digan lo que digan infalibles métodos. Sería fácil aumentarla con un trasplante de cerebro, pero yo no querría, de momento, afrontar las molestias de tal operación.

Saludos rápidos.

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