de: Francisco Mercader Rubio
<mercader@ctv.es>
Asunto: Re: Ateismo.
Fecha: miércoles, 24 de marzo de 1999 22:09

[Fritz]
> > Nunca veras por un foro de religión a un auténtico ateo convencido, un ateo puro, porque los que lo son, no pasan por aqui, sencillamente porque la religion no les interesa en absoluto.

>[Eduardo]
> Eso no es necesariamente cierto, aunque imagino que depende de lo que uno entienda por ateo. Pero desde luego la mera falta de creencia en ningun dios no implica falta de interes por la religion. Este interés puede ser historico, psicologico, antropologico... Por otra parte, el que uno sea ateo no cambia para nada el hecho de que los movimientos religiosos ejercen una poderosa influencia sobre la sociedad, lo que puede ser razon suficiente para interesarse por ellos.

[Mercader]
Tienes razón: Se puede ser ateo y experimentar un extraordinario interés por la religión; más bien por las causas que llevan a las personas a aferrarse a un concepto tan peregrino como concebir un mundo irreal, estructurado de esa curiosa manera.

El hecho indudable de que son en mayor número las gentes que padecen, en una u otra forma, el espejismo religioso me hizo suponer, desde joven, que había algo en la naturaleza humana que predisponía a toda la especie y que podía consistir en algún error en el proceso de percibir la realidad o en alguna necesidad que yo todavía no conocía.

Algunas personas que conozco insisten en que la razón de la actitud religiosa hay que buscarla en el miedo a la muerte y a la incertidumbre sobre el futuro después de la vida. Un edificio de creencias basado en el sistema premio-castigo parecería satisfacer los temores de las personas.

Yo siempre he creído que tal concepto exige un grado de abstracción que no suele estar al alcance del pueblo llano. No concibo a mi portera dejando la escoba para reflexionar sesudamente sobre las implicaciones éticas del más allá.

Desde que descubrí a los etólogos y leí sobre zoología he empezado a entrever una explicación más cercana y plausible. Es indudable que, ya que descendemos de especies sociales, (espero que por aquí saltarán enseguida los anti-evolucionistas) hayamos heredado, no ya restos de sus características físicas sino también rasgos psíquicos y hábitos sociales más o menos evolucionados.

Si tomamos como ejemplo alguna especie de las que viven estructuradas jerárquicamente (como los lobos, o sus primos, los perros) vemos cómo sus individuos no son capaces de desenvolverse satisfactoriamente si no se perciben a sí mismos como integrantes de la pirámide. Todos sabemos cómo un perro depende psíquicamente de su amo. Necesita reconocer a un jefe para sentirse guiado y protegido.

Muchos eminentes etólogos están de acuerdo en que es posible que los humanos hayamos heredado algo de esta característica. Muchas personas encuentran en la religión el cauce para ejercitar lo que algunos especialistas han dado en llamar el "instinto de sumisión".

Es fácil de reconocer este instinto en nuestra tendencia a buscar modelos de comportamiento: Un hermano mayor, un padre, un personaje notable...Un dios también puede ejercer ese papel. Cumple todas las características.Es el más sabio, el más poderoso...es misterioso...está situado más arriba(cómo no). La idea tiene tanto éxito cuánto más bajo es el nivel de información que tiene una sociedad determinada. (Fijémonos qué fácilmente se pudo inocular la iglesia cristiana en esas culturas sudamericanas, simplemente sustituyendo una creencia por otra).

Una vez admitida esta hipótesis, empiezan a encajar todas las piezas del rompecabezas. Nos explicamos por qué las personas religiosas suelen entender -y, a veces, ejercer- la autoridad de una forma peculiar y el porqué de su frecuente visión de la sexualidad como algo a regular o a reprimir...(En las manadas sociales los miembros inferiores no tienen derecho a ejercerla)

En fin....seguiremos en otro momento.
Origen: Francisco Mercader
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